lunes, 14 de abril de 2014

A distancia...

Hoy en dia, Venezuela se ha vuelto en un país de despedidas. Por lo que cada vez es mas frecuente ver como parejas se separan debido a la crisis política y económica del país. Se separan, pero siguen juntos y lo ven normal.

¿Será que todas las conexiones tecnológicas han remplazado las conexiones espirituales? ¿Será que es posible verdaderamente enamorarse sin sentir caricias al acostarse, suspiros al depertar y sobretodo sin sentir el miedo que necesitas estar con esa persona para estar con esa persona?

Tal vez hemos creado una nueva dimensión, un nuevo sentido, ya no somos sensoriales en un ámbito material porque ahora verdaderamente puedes amar a alguien no sólo hasta el infinito y más allá, pero literalmente el amor le da la vuelta a la luna y vuelve y sigue intacto porque vuela a la velocidad de la luz, por fibra óptica, por internet y sin necesidad de existir materialmente.

Yo no soy experta en la materia, ni si quiera he tenido un novio de verdad. Pero sé que lo bueno, y lo malo de una relación a distancia o no es la costumbre. ¿Sera que ese amor sobrevive por costumbre? Costumbre a despertar sabiendo que faltan horas para que despierte el otro, a calcular cómo matemáticos en un instante que hora es allá cuando aquí es la hora de decirle “te amo”, costumbre a regresar temprano de salidas para hablar con tu pareja antes de dormir, a no dormir tanto porque el amor fue más fuerte que el sueño y Skype por una vez no se cayó. Costumbre a decir te amo mas que las parejas que se ven todos los días, no vaya a ser que los kilometros hagan desaparecer la intensidad del cariño; a mandarse fotos sonriendo, lanzando besos, y haciendo otras cosas, para que la persona no se olvide de tu cara, de tu cuerpo, de ti; porque por mensaje no logras ver esa sonrisa que acompaña las buenas noticias ni las lagrimas correr cuando la persona te dice “no, todo bien”.Por mensaje seamos sinceros, no sientes, lees.

Y he aquí el punto clave de la evolución y la contextualización actual de una relación a distancia. Nos hablan de que antes las parejas que se separaban se escribían cartas, y pasaban meses sin saber nada el uno del otro, y a mi parecer, por más romántico que sea esto, no es una relación – o en todo caso no una más íntima que la uno tiene con su dentista.

En cambio ahora, el ser humano que vive lejos del que ama, parece leer no sólo entre las líneas, pero a través de los pixeles, y decifra más alla de los sentidos a su pareja, reconoce tonos de voz según la puntuación y lo que es más bello aún es que sin estar presente, aquel que tiene una relación a distancia, está presente siempre. En está nueva dimensión que hemos creado, todos existimos en todo momento, en cualquier lugar, sin darle importancia a husos horarios o a mapas bidimensionales – nuestra dimensión es otra, es propia, es única. Ya no dependemos de un cuerpo para amar, conectamos directamente con algo más. Quien sabe si es el alma, quien sabe si es el wi-fi, pero sin duda el ser humano ya no es relevante a la geografía, más a la tecnología.

Concluyo diciendo que no hay conclusión, que nadie sabe lo que una pareja podrá soportar y lo que no, pero en toda sinceridad, esto no depende de mar y tierra, depende de ti los dos. Cada pareja tiene sus reglas, como leyes de los países en los que vive este amor, como husos horarios propios y por eso nadie podrá juzgar una relación ajena, ni de lejos, ni tampoco a la vuelta de la esquina.

Yo creo que lo más importante es viajar juntos, si ella fue a la luna, hay que decir que él también. El se despertó con la vista de la tierra a lo lejos, a pesar de que él dormía en ella – ella se despertó en cambio enamorada, porque por no es algo que debe de caber en la maleta, no es un sello en el pasaporte, no es una fuerza dependiente de la gravedad y la atmósfera terrestre, el amor no tiene limites, no tiene fronteras, no tiene explicaciones que dar ni leyes que seguir.

Pero igual me pregunto ¿será que funciona?

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