Mi prima me envio este articulo por internet y es la realidad.. Lean y cojan dato..
Nada más triste que el polvo de un amante enamorado
Téngalo claro: si en sus encuentros amorosos usted ostenta el papel de amante, lo más seguro es que para el otro no pase de ser un buen polvo regido por una atracción meramente física, esa que se diluye con el último jadeo y que se renueva con el deseo acumulado por la distancia o por la rutina del consuetudinario acto marital.
No hay malabar, figura o finta bajo las sábanas que tenga el poder de hacerlo cambiar de estatus. Sin importar qué tan bueno sea en la cama, o cuánto se esfuerce por demostrarlo, usted no pasará de ser "el otro" o "la otra". Entienda que su buen rendimiento pudo haber motivado su selección para el cargo de suplente encargado de hacer lo que el titular no hace.
Un amante es un amante, y quien asume ese papel debe ceñirse a un libreto que parte de una premisa: no importa qué tan enloquecido de amor esté, su lugar es la cama y su obligación es satisfacer de la cintura para abajo. Así de claro.
Tanto que sería hasta cursi esperar que un amante se dedicara a dar consejos o a escuchar nostalgias con la ropa puesta y sentado en una orilla de la cama. ¿Me quiere o sólo me utiliza? Un amante en cuya cabeza se alojen preguntas de esta clase está perdido irremediablemente.
Ellas son el síntoma de que se está trasgrediendo una regla de oro en este juego: no mezclarle al asunto amor y mucho menos el sueño de envejecer juntos en una casa hipotecada.
Nada que ver, pues dicen los que saben que en un triángulo amoroso el intruso tendrá lugar mientras el encanto dure; diluido éste, acabado todo, y eso, señoras y señores, ocurre tarde o temprano. Llegados a ese punto los casados o emparejados vuelven a lo suyo, no importa si eso incluye un aburrido polvo casero.
Si se miran bien ciertos estudios, resulta que la infidelidad es tan común como los resfriados. En otras palabras, muchos hemos ostentado la condición de amantes o hemos sido víctimas, sin saberlo, de los deslices de nuestras parejas. Eso no es raro.
¿Quién dijo que a diferencia de lo que ocurre con todas las especies de la Tierra, la humanidad tiene que ser monógama? Resulta ridículo negar que la poderosa atracción que a veces sentimos hacia otras personas, también se da por instinto, por esa oculta condición animal que se deja arrastrar por las feromonas.
Así que ahí les va un consejo a los amantes: asúmanlo, disfrútenlo y borren ya de su cabeza esa obsesión por dejar la banca y convertirse en titulares. Aunque el amor no entiende razones hay que tener claro que una cosa es el placer y el gusto en un affaire y otra muy distinta enamorarse de alguien comprometido.
Si está dispuesto a dejar que esto ocurra, mejor acostúmbrese a que la certeza de que su amor amanece cada día en brazos del titular, se clave como una espina en su corazón. Insisto: nada más triste que el polvo de un amante enamorado. Hasta luego.
Esther Balac
Especial para EL TIEMPO
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