"…los hombres no sabemos terminar las relaciones. No sabemos que decir llegada la difícil coyuntura, mucho menos tenemos el coraje de ser sinceros. Es, en realidad, como una especie de tara genérica, una incapacidad congénita para sentarnos frente a frente a la mujer que alguna vez creímos amar, y decirle sencillamente que ya no la queremos, que se nos acabó el amor, la pasión, las ganas; que nos estamos acostando con una mucho menor, que está mas buena, que tira mejor o que no es tan fastidiosa. Incluso podría ser una no muy distinta, pero que no es ella, que al menos nos provoca la ilusión de ser otra y nos entusiasma como nos entusiasmó ella al comienzo, (…), lo único que nos queda es decir la verdad, que en este caso no se trata de contar la realidad tal y como sucede, sino de decirles cosas como: Es que no te merezco, Necesito encontrarme, Vamos a darnos un tiempo porque no me hallo… y por último, lo más cercano a la sinceridad a la que un hombre promedio puede acceder que es repetir una vez mas, No eres tú, soy yo.
Al oir esta frase, la mujer, que es tan sabia y que detecta a la perfección cuando un hombre le está mintiendo, debería saber que rodó. No hay vida después de esto. No eres tú, soy yo, significa Esta vaina se jodió, No tiene vuelta atrás, Se acabó lo que se daba, No estoy teniendo sexo contigo (…) La cosa es que, al igual que el hombre, la mujer tiene otra especie de tara genérica, esta vez para aceptar una verdad tácita, que no hace falta decir, por dolorosa, pero que está claramente expresada, no en torpes palabras, sino en contundentes acciones."